miércoles, 31 de marzo de 2010

Los 10 Superpoderes de los madrileños

Superpoder 1: Capacidad de ver, olisquear y arrojarse a velocidades cercanas a la de la luz sobre el único asiento vacío que queda en todo el vagón de metro.

Superpoder 2: Altas capacidades de espera en atascos (realizando labores naso-arqueológicas), restaurantes (resoplando y mirando la hora), cines (pensando que, elijan la película que elijan, la otra es mejor), museos (comentando que siempre los ven antes los que son de fuera) y bares de copas (ahorrando una pasta en la espera, pues mientras tanto no consumen y todo esta carísimo).

Superpoder 3: Estirar el concepto de calidad de vida hasta concluir que si usas menos de una hora en llegar al trabajo, eres un afortunado.

Superpoder 4: Férrea resistencia al clima: jamás hace buen tiempo. O un frio que pega los huevos al culo, o un calor que los dilata hasta el suelo.

Superpoder 5: Amantes del sufrimiento eterno (los del At de Madrid) o del sufrimiento largo (los del Real Madrid).

Superpoder 6: Gran capacidad de almacenaje y expulsión de mocos. En todos sitios venden pañuelos de papel (semáforos, metro, calle…)

Superpoder 7: Miradas taladradoras de la Muerte (sí, con mayúscula). Le dices “Hola” a alguien de aquí y creen que vas a robarles la cartera.

Superpoder 8: Movimientos increíblemente rápidos cuando oyen un tren entrar en la estación de metro, independientemente de la edad del sujeto.

Superpoder 9: Saltar, trotar y sobrevivir entre zanjas, ruidos de excavadoras, martillos neumático y calles cortadas.

Superpoder 10: Aunque entre en contradicción con el 7…son increíblemente amables, acogedores y hospitalarios con el recién llegado.

3 comentarios:

  1. ¿Sólo tenemos 10 Superpoderes? ¿estás seguro?

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  2. Hola Diego: Fiel a mi cita semanal con tu columna en “1 ½ Noticias” pude leer hace unas semanas tu reflexión a cerca de la hospitalidad en tu nuevo destino. Por cierto que espero que sea deseado y para tu bien. Mencionabas que no te sorprendía tanta cordialidad cosa, tan exagerada ella, que sí sorprendería a muchos.
    Me viene al pelo todo esto para desahogar “una pena que me embarga”: hace ya años que intento instalarme en estas tierras gandienses, y digo intento porque aún no lo he logrado entre maremotos inmobiliarios y otros avatares. Desde que llegué vi. que ésta era una tierra rica y próspera, con gente orgullosa de lo suyo, con un aire cosmopolita y un entorno atractivo. Un buen sitio para quedarse y echar raíces, y así me he esforzado por expresarme en su idioma, por hacerme con sus costumbres, por trabar amistades, … Te diré que venimos de “tierra adentro”, donde la naturaleza y la mano del Señor no han sido tan pródigas; y te diré, a alguien autocrítico quería decírselo, que de quien menos tiene para dar, que de a quien le cuesta más sacar el sustento, es de quien más he recibido y cualquier visitante puede recibir. En sitios donde el clima, la crudeza del medio y la austeridad conforman hasta el carácter, te sientan a su mesa, te entregan todo lo que tienen y lo hacen de corazón. Quizá sean menos pizpiretos pero son auténticos. Lo que es en este edén, qué pocos me han ofrecido un sincero “¿cómo estás?”, “¿necesitas algo?”; sí me ha llegado gente muy interesada en alquilarme al mejor precio (para ellos) su apartamento, o venderme sus cabras varias.
    Esto de lo que te hablo podrás comprobarlo en cualquier comercio, notarás la diferencia entre si quien te atiende es foráneo o del terreno; este último aunque está comerciando parece que te está perdonando la vida. Pasa de loar las excelencias de estas tierras a hablar de lo tuyo y verás qué pronto desaparece todo interés.
    No sé si serás “de por aquí”, no pretendo ofender a nadie, sólo es una invitación a la reflexión. Quizás sólo he tenido mala suerte o quizás, tenía razón aquel que me explicó que algunos tienen mucho porque no dan nada. Las mezclas suelen ser enriquecedoras: yo te aporto y tú me aportas, pero aquí no veo otros intereses que los propios. Cuéntales si quieres a tus lectores que lo normal es ser acogedor y hospitalario y que cuanto más orgulloso estás de lo tuyo más puedes y debes serlo. Y si alguien no lo comprende pues que salga a ver mundo y pase por lo que en este caso estás pasando tú y que compare.
    Perdona la amargura pero visto globalmente no es justo.

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  3. Pilar, desde luego que tienes voluntad para leer eso que escribo...pero, no lo niego, siempre es agradable saber que, al menos, alguien lo lee.

    Respecto a tu reflexión, y aunque me duela, tengo que darte la razón pero no soy yo quien para hablar pues, para bien, formo parte de esa generacion de hijos de emigrantes: mis padres son de Córdoba, Pozoblanco para ser exactos, y fui educado en los mecanismos de la hospitalidad y ofrecer lo que tienes.

    Pero sí, he sufrido lo que en Gandia llamar "ser castellano" y ser una especie de marginacion de baja intensidad.

    No puedo mas que darte la razón, pero tampoco debemos generalizar, o al menos yo no lo percibo como algo general.

    Siento, y mucho, ese recibimiento a pesar de tus esfuerzos y, me choca, porque yo he sufrido lo contrario, es decir: hasta que no hables no eres de los nuestros. Y tu que lo intentas....en fin.

    De todas formas yo hace mucho que dejé de creer en patrias y fronteras con lo que muchas cosas así se evitaría. Aunque desde luego no el ansia por aprovecharse.

    De verdad, gracias por leerme y muchas mas gracias por dar tu opinión.

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