martes, 2 de marzo de 2010

En mi propia casa



Por motivos que no vienen al caso, salvo que haya una importante cantidad de dinero de por medio, he tenido que volver a Gandia en un viaje y una estancia relámpago que pone en duda la imposibilidad de alcanzar la velocidad de la luz: No se consigue debido a las obras en la carretera, a los controles de tráfico, a los camiones “veicolo longo” cargados con cachos de molino eólico, y por culpa de aquellos que por tener un coche rojo creen que tienen un Ferrari y el carril de la derecha es de su absoluta propiedad…y de sus 60km/h (esta última causa, debido a la avanzada edad de los conductores, se solucionará de forma natural en poco años).

Bueno a lo que iba, que al llegar a casa vi, en la puerta del cuarto de contadores de la luz, el cartel de la fotografía. Y no me negarán que no es un curso rápido sobre los efectos de la electricidad en contacto con los fluidos corporales y un ejemplo de sutileza en el mensaje: está llamando cerdo al aliviante anónimo.



Aunque dudo que éste se de por enterado

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