lunes, 22 de febrero de 2010

La Nota



Por una vez, y sin que sirva de precedente, o que sirva que la verdad es que me importa una higa, un comino, un pimiento o una mierda, me voy a poner tierno.

La foto que acompaña este post la hice la semana pasada en, como no, el Metro. No quise ser demasiado pesado hablando del metrito ni de sus habitantes y la fui dejando, dejando hasta que me he dado cuenta que gran parte de mi vida trascurrirá en el. Es decir: el Metro ocupará gran parte de este blog, pero dudo que lo que diga de él pueda llegar a ser aburrido.

El Metro no es, en absoluto, aburrido. Dicho esto seguro que en un mes estoy hasta los mismísimos trasmisores genéticos de los trenes, los pasajeros, los túneles, las escaleritas para subir y bajar y de la madre que los parió a todos.

El caso es que el miércoles pasado cuando volvía del trabajo a casa, sin pausa en taberna alguna, subió un grupo de adolescentes hormonalmente desbordados que “jijijajeaban” entre ellos. NOTA: No intente buscar jijijabear en diccionario alguno, me la acabo de inventar.

Andaban con sus cositas, sus tonteos, las miradas tiernas, dulces y seductoras de ellas, y las de tipos duros y perdonavidas las de ellos (Sí, los tíos adolescentes somos así de imbéciles).

El caso es que bajaron en una estación, no recuerdo cual, y en el espacio que ellos ocupaban dejaron una nota escrita: la de la foto. Desconozco si uno de ellos la dejó allí para que la viera alguna de sus compañeras, o viceversa. No sé si se la dio a hurtadillas y ella la tiró, o viceversa. El caso es que allí estaba esa nota para dolor del alma de quien la entregara y viera, si es que lo vio, que su nota acababa en el suelo del vagón.

Hasta aquí un desengaño sentimental adolescente más, o no, que ya les digo que no sé que pasó en ese corrillo de amigos. Lo extraordinario del caso es que la nota quedó allí caída, tirada, dejada o no sabría con que matiz definirla, pero ni uno solo de los pasajeros que subieron luego, abarrotaron el vagón y la leyeron osaron profanar un gesto así con una pisada; a pesar de traqueteo y de los empujones del resto de los pasajeros.

Me pareció tierno el gesto del resto de los pasajeros y decirle al anónimo enamorad/a: esas cosas, con varios años más, las verán con otros ojos.

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